Blogia
Filosofía para todos

Entrevista virtual a Ortega y Gasset

Entrevista virtual a Ortega y Gasset

Buenas tardes, Sr. Ortega. Primero de todo, me gustaría que nos hablaras de tus orígenes: tu lugar y fecha de nacimiento, y de cómo era tu familia.

 - Nací en Madrid el 9 de mayo de 1883, precisamente el año en que murió Karl Marx. Era en tiempos de la Restauración, protagonizada por Alfonso XII. Mi familia pertenecía a la clase burguesa y había tradición en ella de periodistas y políticos liberales. Y ya ves, me parece que heredé de ellos esta vena periodística y crítica que me impulsó a escribir... 

Según tengo entendido, contabas tan sólo con 19 años cuando ya comenzaste a publicar ensayos en la prensa. Pero vamos por partes. ¿Cómo transcurrió tu etapa de estudiante?

 - Después de cursar los estudios secundarios cerca de Málaga en los jesuitas del colegio Miraflores del Palo, hice  estudios superiores de derecho y filosofía en la Universidad de Deusto cerca de Bilbao, la cual estaba también dirigida por los jesuitas. Estos estudios los finalicé en la Universidad de Madrid. 

Y es en Madrid donde recibiste las enseñanzas de Nicolás Salmerón, un importante defensor de las tesis krausistas, ¿verdad? Dicen que es en este momento cuando perdiste la fe católica, que ya no llegarías a recuperar.

 - Eso es, y también sabrás entonces que, con todo, nunca he sido un pensador antirreligioso. Bien, después de obtener el doctorado en 1904 y de colaborar en los diarios El Imparcial y Vida Nueva, decidí pasar unos años en Alemania para perfeccionar mis estudios. Tuve la oportunidad de tener como profesor a Wilhelm Wundt, el fundador del primer laboratorio que se hizo de Psicología Experimental.. Y también me inicié en el conocimiento de las líneas del pensamiento neokantiano, de la mano del profesor Hermann Cohen.  

En el año 1908 regresas a España, ganando la cátedra de metafísica de la Universidad Central de Madrid. 

 - Así es. Pero en 1911 volví a Alemania, acompañado de mi mujer,  para pasar un año en aquellas tierras. Lo cierto es que he de reconocer que siempre me ha entusiasmado el espíritu metódico y científico de la cultura germánica, y me quería empapar a fondo de su carácter para tratar de transmitírselo a la gente de  mi país.  

Posteriormente te dedicaste a la labor de fundar revistas. En 1915 la revista España, y en 1923 la Revista de Occidente, la cual consiguió una enorme difusión. En ellas te mostrabas partidario de los planteamientos republicanos, a la vez que dedicabas tus esfuerzos a la difusión de las ideas ultramodernas que iban cobrando vida en diferentes países europeos. Mediante la Biblioteca de Ideas del Pensamiento del Siglo XX, fomentaste la publicación de muchas traducciones de obras filosóficas contemporáneas. Igualmente, por aquellos tiempos ya habías escrito unas cuantas obras importantes.

 - Había escrito Meditaciones del Quijote; Vieja y nueva política; Personas, obras, cosas; España invertebrada; las tres primeres partes de El espectador; y otros trabajos. Los años siguientes fueron muy movidos a causa de mi pensamiento a favor de la República y el estallido de la guerra civil. Marché a Francia, después a los Países Bajos, Argentina y Portugal. Finalmente decidí volver a España, aunque no dejé de viajar para asistir a congresos y demás.  La muerte me visitó en la misma ciudad que me vio nacer, Madrid, el 18 de octubre de 1955. A mi entierro asistió mucha gente, fue un gran acontecimiento. 

Me gustaría que hablásemos un poco de tus teorías filosóficas. Tu filosofía se denomina raciovitalismo. ¿Nos puedes explicar resumidamente en qué consiste?

 - Mi punto de vista no es ni objetivista (que era el que definía la filosofía precartesiana), ni subjetivista (que es el que define a la filosofía moderna). Por esto es novedoso. La primera se centra en el mundo, la segunda en el sujeto. Cada una olvida el otro término a la hora de buscar una base metafísica sobre la cual asentar el conocimiento. Lo que yo hago es coger los dos elementos: el mundo y el sujeto a la vez, como un todo inseparable, donde ambos se definen y requieren mutuamente. 

Entiendo. Yo pienso en función del mundo que tengo delante, pero a la vez la manera que tengo de pensar este mundo depende de mi propia subjetividad. Por eso dices en Meditaciones del Quijote lo de, “yo soy yo y mi circunstancia”.

 - Así es. Sin yo no hay circunstancia que valga, los hechos brutos no existen, los hechos son siempre hechos para una subjetividad que cobra conciencia de ellos. Con todo, tampoco hay yo sin circunstancia, pues si fuese así este yo sería una conciencia vacía, un pensar sin objeto definido, y, por tanto, una mera vaguedad, una nada. Es por esta razón que  la cita anterior finaliza diciendo: “y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. 

La conciencia de la propia circunstancia comporta el reconocimiento de la particular “perspectiva” desde la cual cada uno se ha de enfrentar con su vida. Y todo el mundo interpreta la realidad en función de su propia perspectiva, construyendo así su propia existencia y su verdad. ¿Sigo bien tus planteamientos?

 - Bien, ciertamente es tal cual acabas de decir. Y has hecho aparecer una palabra clave: “la vida”. Ella es la única realidad radical, ya que en una sola palabra se resume lo que quería decir cuando hablaba de conjuntar mundo y sujeto. Esta conjunción se expresa a través de la vida, y es por tanto sobre ella que hemos de cimentar la filosofía auténtica. Pero la filosofía no puede perder de vista que ella necsariamente ha de ser logos, razón.  

Recuerdo unas palabras de tu libro En torno a Galileo. Allí decías que: “vivir es no tener más remedio que razonar ante la inexorable circunstancia”.

 - ¡Claro! Pero ha de entenderse bien. La razón a la que me refiero no es la razón lógico-matemática, formal e intemporal. No. Yo me refiero a una razón histórica, una razón que se va llenando de contenido a través del desarrollo histórico del hombre. El hombre vive en la historia.  

Esta razón de la que hablas, te pone en relación con la filosofía de Hegel, ¿no? Una racionalidad que se despliega a lo largo de la historia, según unos procesos dialécticos.

 Te equivocas esta vez. La razón vital que yo defiendo no es la razón hegeliana. Él, como defendía tozudamente que todo lo racional es real y todo lo real es racional, leía la historia empeñado en mostrar cómo, en el fondo, todo proceso obedece a esa racionalidad que impregna todas las cosas. Yo no voy por aquí. Yo pienso que no hay por qué justificar a cualquier precio cada uno de los acontecimientos que han tenido lugar a lo largo de los miles y miles de años de  historia humana. No todo lo que ha pasado supone racionalidad.  

No sé si te sigo del todo, acláramelo un poco más...

 Mira, muchas veces, para avanzar un paso hacia delante, hemos de dar previamente un par de pasos hacia atrás. La historia no es un progreso continuo como Hegel pensaba, por más que fuese dialéctico. Además, hay que hacer un hueco para todo lo irracional: sentimientos, emociones, pasiones... Ellos tiran de nosotros y son también parte de nuestra circunstancia, igual que nuestro propio cuerpo. Yo manejo la noción de historicidad desde una óptica más personal: cada persona ha de habérselas con su propia existencia, creándose a sí misma desde su razón, pero una razón que clava sus raíces en la vida. Raciovitalismo, ¿recuerdas? 

Interesante. Por tanto, la vida es un proyectarse hacia el futuro espontáneamente,, pero a la vez con un compromiso de racionalidad que dé sentido a este proyecto, que lo mantenga a flote. Y no podemos hablar de ninguna meta final ni ningún destino histórico ya trazado y hacia el cual haya de caminar la Humanidad.

 - Exacto. El hombre va construyendo su realidad y en ella va definiendo su ser, lo que él es. La realidad va por delante del ser, y al decir esto, ya sé que me estoy oponiendo a muchos sistemas filosóficos. Ahora bien, como esta realidad es incompleta,  nos vemos impulsados a concretarla inventando para ella un sentido que la pueda sostener. Tengamos en cuenta que, realmente, toda definición que demos a la vida se tratará siempre de una invención ,y toda invención de sentido es  una interpretación que nace de la tensión entre mi actual circunstancia y la que proyecto hacia el futuro. Por  ello digo que “el hombre no tiene naturaleza, sino historia”. 

Bien, para acabar, me gustaría que nos dijeses cuál crees que ha sido tu obra de más éxito y si ésta coincide con la que dirías que es tu mejor obra.

 - Sin duda, mi obra más conocida y de mayor renombre es La rebelión de las masas, publicada como libro en 1930. Aún mucha gente la lee y se edita frecuentemente en colecciones de grandes obras de la filosofía y cosas parecidas. En ella expongo mi visión del mundo actual y hablo del peligro que corre toda sociedad que pierde el respeto a sus minorías de intelectuales y pensadores, los cuales son los únicos que verdaderamente velan por elevar la sociedad hacia un crecimiento espiritual y moral. La sociedad del hombre-masa es la sociedad donde en el lugar del humanismo se ha instaurado el reino de los técnicos incultos, salvajes y pretenciosos, y el hombre corriente vive un hedonismo decadente, fácil y vulgar. Continúo pensando que es uno de mis mejores trabajos, aunque no podría decir si obras como La deshumanización del arte (1925), Meditación de la técnica (1933), Historia como sistema (1941), ¿Qué es filosofía? (1958), La idea de principio en Leibniz (1958) o Meditación de Europa (1960) son mejores o peores. Dejo que juzguen mis lectores.     

 

           

0 comentarios